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EMT Blog
  • Artículo
  • 30 de agosto de 2022
  • lectura de 6 min

Algunas reflexiones sobre el aprendizaje colaborativo, la competición individual y la formación en traducción

Por Laura Tallone, profesora de traducción en el Master’s Programme in Specialised Translation and Interpretingde la ISCAP (Porto Polytechnic, Portugal). Traducción al español de Robrecht Robert Bladt y revisión por Julie Simoens en el marco de una Simulación de una empresa de traducción, Master of Arts in Translation, Vrije Universiteit Brussel

2 people holding each others wrists to form a square

Hay que tener más de 50 años para recordar esto

Los traductores que se formaron en los años ochenta recordarán sin duda la escena. Un grupo de estudiantes de traducción lee por turnos pasajes de sus textos de meta ante su profesor, que, con los ojos cerrados, escucha atentamente y a veces asiente con la cabeza. Un asentimiento es bueno: significa que la versión del alumno se aproxima a la del profesor. De vez en cuando, las correcciones y sugerencias del profesor se ven interrumpidas por la petición de un alumno de validar una versión alternativa, pero comparar demasiadas versiones lleva mucho tiempo, por lo que se desaconseja, ya que los alumnos necesitan traducir lo máximo posible (la práctica hace al maestro) y los textos son largos.Cada clase es la misma rutina, en la que los alumnos muestran los resultados de su lucha individual con las palabras.Mientras tengan un producto decente que mostrar, a nadie le importa cómo lo han conseguido.No hay trabajo en equipo, ni aprendizaje basado en proyectos, ni cooperación.Es un "sálvese quien pueda", y la competición es feroz. Incluso se puede oír una risita ahogada en el fondo de la sala si alguien se equivoca de verdad.    

Afortunadamente, esos días han pasado

La formación en traducción se ha alejado definitivamente de lo que llegó a conocerse como enfoque "transmisionista"[1], y los profesores ya no proporcionan la versión fidedigna de ningún texto traducido.Por el contrario, se anima a los estudiantes a considerar varias posibilidades, igualmente adecuadas, para el mismo texto de origen.Más que el producto en sí, lo que se estudia en clase es el proceso de traducción: el razonamiento que subyace a una determinada elección es a veces más importante que la elección en sí.De este modo, los errores de traducción se convierten en oportunidades de aprendizaje, en lugar de descartarse como simples fallos.   

En esta dinámica son fundamentales las estrategias de aprendizaje colaborativo, en las que los estudiantes desempeñan un papel activo, responsabilizándose de su propio proceso de aprendizaje y adquiriendo por el camino una serie de competencias esenciales (traslativas, interpersonales, tecnológicas...).Aunque existe una amplia variedad de actividades de aprendizaje colaborativo, la mayoría de los profesores de traducción consideran útil hacer que los estudiantes trabajen en grupos de dos o más personas, mediante tareas basadas en proyectos que intentan reproducir las condiciones reales del lugar de trabajo.Se fomenta el debate activo y la lluvia de ideas como actividades de resolución de problemas que despliegan públicamente el aprendizaje.La evaluación suele basarse en los portafolios de los alumnos, y los exámenes convencionales se eliminan siempre que es posible.Cuando la calificación es inevitable, se tiene en cuenta la autoevaluación y la evaluación por los compañeros, el grado de compromiso del alumno y su contribución al esfuerzo cooperativo.   

¿Hemos pasado de un extremo al otro?

¿Y el trabajo individual y la competición? No han desaparecido de las aulas, pero se han reducido radicalmente. Teniendo en cuenta que el mercado laboral es cada vez más competitivo y que los traductores deben seguir siendo capaces de trabajar solos, con horarios ajustados, y responsabilizarse de sus propias traducciones, ¿estamos preparando realmente a los estudiantes para ser profesionales de éxito? Después de todo, muchas empresas de traducción exigen a los candidatos que se presenten a un examen individual de traducción como parte de sus procesos de contratación. ¿Están preparados los jóvenes licenciados? Y, lo que quizá sea más importante, ¿creen que lo están?

Aún tenemos más preguntas que respuestas, ¡así que se agradecen más investigaciones sobre este tema!

En 2021, el Máster en Traducción e Interpretación Especializadas (MTIE) de ISCAP celebró el Día Internacional de la Traducción con un evento que incluyó el primer Premio MTIE de Traducción Técnica y Científica. De ámbito nacional, estaba abierto a todos los estudiantes de traducción y jóvenes licenciados portugueses de hasta 29 años, que dispusieron de dos horas para traducir unas 500 palabras. Además de unos premios bastante buenos (licencias de herramientas TAO por valor de varios cientos de euros cada una para los dos primeros premios, más un premio en metálico de 300 euros para el ganador), el concurso contó con el respaldo de la DGT y la Asociación Portuguesa de Empresas de Traducción (APET), lo que garantizó a los ganadores una mayor visibilidad ante posibles empleadores. También fue una oportunidad para que los aspirantes a traductores pusieran a prueba sus habilidades, sin los aspectos negativos de suspender, ya que se trataba de una actividad extraescolar sin relación con los resultados académicos. El momento también era ideal, ya que el curso escolar acababa de empezar. Una situación de ganar-ganar, creíamos. La inscripción estuvo abierta durante dos meses y la información se envió a todos los centros de enseñanza superior de Portugal que ofrecían programas de traducción. Con cientos de participantes potenciales, que podían elegir entre traducir del inglés, francés, alemán, español o ruso, esperábamos una avalancha de solicitudes. Al final del plazo de inscripción, sin embargo, solo había 18 concursantes.

Unos días antes de que se cerrara el plazo de inscripción, me encontré con una antigua alumna que acababa de licenciarse. Tras saludarla, le mostré mi sorpresa por no ver su nombre entre los candidatos al premio de traducción. ¿Quizá no había visto los correos electrónicos? "Sí", me contestó, "pero no es para mí. Demasiado estrés".  Me quedé estupefacta. ¿Era el suyo un caso aislado o sus colegas compartían este sentimiento? ¿Acaso evitar el estrés impide a los estudiantes afrontar nuevos retos? ¿Tiene algo que ver la falta de competición en el aula?

Es de esperar que se encuentren algunas respuestas tras la segunda edición del Premio MTIE de Traducción, que se celebrará el próximo mes de septiembre, cuando se distribuya un cuestionario entre estudiantes de traducción y jóvenes licenciados. A diferencia de otra bibliografía, escasa, sobre este tema específico[2], se podrán sondear las razones y motivaciones para no participar. Sean cuales sean los resultados, no vamos a volver a las lúgubres aulas de los años ochenta, ni que decir tiene. Pero no sería la primera vez que hay que hacer algunos ajustes en nuestros métodos de enseñanza. La formación en traducción (como toda formación, de hecho) tiene que adaptarse al mundo fuera de la academia, y ese mundo cambia constantemente.

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Foto de krakenimages en Unsplash

[1] Kiraly, D. (2001).  Towards a constructivist approach to translator education, Quaderns. Revista de traducció 6. Disponible en  https://www.raco.cat/index.php/QuadernsTraduccio/article/download/25282…

[2] Véase, por ejemplo, el artículo de Piotr Szymczak de 2016, Translation Competitions in Educational Contexts:  A Positive Psychology Perspective.

Detalles

Fecha de publicación
30 de agosto de 2022
Idioma
  • neerlandés
  • inglés
  • francés
  • español
Categoría EMT
  • Iniciativas pedagógicas